El oscuro secreto del fuego de una chimenea es que todo lo que tiene de hogareño, lo tiene de malo para la salud
La Navidad son muchos detalles: los anuncios interminables, la lotería que no toca, los mantecados y los turrones, las posadas, los tiós, las flores rojas o los festivales de luces. Pero una de las más características, al menos para mí, es el olor a leña ardiendo.No sé si es por el efecto hipnótico del fuego, por el calor que generan o por el aroma a madera quemada, pero una buena lumbre hace hogar. Tanto que se ha convertido en parte de la imagen arquetípica que tenemos de él. Solo hay un pequeño problema: nos mata lentamente.No lo parece, pero... En este punto, Sam Harris tiene razón. Por algún motivo, la gente piensa que respirar aire invernal perfumado con madera quemada es algo radicalmente distinto de encenderse un pitillo u oler el humo de los coches. No sé, es como si tuviera un aura de “cosa natural” que lo purifica y lo hace inocuo.Pero no, nada de eso. Si algo se repite una y otra vez en la literatura científica es la certidumbre de que no hay una cantidad segura de humo de …